"Para Vuelta, los lectores no fuimos consumidores, sino ciudadanos. La vocación minoritaria de sus miembros no respondió a un afán 'elitista', en términos de clase, sino a la convicción de que el artista, el rebelde, el crítico, no podían ser productos de maquila. Su intransigencia política o literaria apuntó más bien al reconocimiento del individuo, de su capacidad para admirar el mundo y para criticarlo desde una postura independiente, discrepando de la unanimidad."
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