1
La merced de
cuando amanece el mundo. Dádiva de retoño,
su caricia redonda es ingrediente
de aves y naranjas.
La luz va siempre en busca
de imagen que la nombre y a veces
toma sitio donde ya no la esperan. Vista
su claridad, desaparece. Por donde vino
va, vistiéndose de otoño
y anticipando al viento.
Aura de la tímida piedra, inclemente
también si de adioses se trata,
su cuerpo es linde, linfa,
azoro y alimento.
Así tu nombras flor:
la luz
la anémona imprevista.
2
arena donde pisas.
Marzo, marzo.
desfilando el color y las formas,
ordenamiento de las cosas inocuas:
incluso el cuerpo, si los ojos vendados.
invocando la hora, el nombre, la palabra.
y no ha cambiado nada. Permanece el deseo
aroma y floración.
No querríamos saber y volveríamos ciegos,
de todo renunciados;
con esa sencillez de la música inundando la tarde,
dispersándola.
La forma, la tibieza de las manos
para advertir el braille secreto en cada rostro,
la charla en el perfil silencioso, vibrando en su mutismo.
No querríamos saber
mas volveremos mudos,
sordos,
con sólo el cuerpo domesticando la palabra que indaga,
abatiendo los ojos que siempre buscan hacia fuera.
Sólo con boca y manos
tendiendo un puente hacia el orden
reunido. Sin otra exigencia que el abrazo sonámbulo;
en medio de la luz
pero cegados.
las cosas como son,
la forma, la tibieza.
Sólo entonces abriremos los ojos y escucharemos.
Cuando memoria y razón
y su palabra
se confundan, desaparezcan bajo tu claridad sonora,
marzo.
3
No sólo trabajar.
También vivir agota. Ver
cómo pasa el día,
uno y más días
idénticos al otro
al que vendrá mañana.
Sólo de ver
se desvanece el día
y uno espera la noche
como si fuera un dije
que lo cambiara todo
transformara el cansancio
febril de nuestros huesos
ese dolor
intenso que nunca tiene nombre
pero ahí permanece
hinchando nuestra manos
acentuando
el perfil de unos rasgos
que no se reconocen como propios.
Nudos
brotes,
raíz
y ligamentos
torcidos
por el paso del tiempo
se acrecientan de noche
y son bosque de venas
palpitando: el corazón del árbol
que remueve sus hojas
en busca de algún aire.
y vuelve la mañana.
Vuelves a abrir los ojos.
2 comentarios:
Mucha calidad en tus versos. Te los aplaudo.
Cuando gustes te invito a leer algo de mi poesía.
Saludos.
jajjajajajjajajaj ese salvador pliego què chistoso
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